¿Te ha pasado que después de la preparación de tus platos la proteína tiene poco sabor y su textura no es agradable? Esto sucede por el tiempo de ranciedad de la carne.
Te daremos algunos tips o consejos para que los tengas en cuenta cuando vayas a elegir el corte en tu refrigerador o en la carnicería a la hora de realizar la compra y puedas llevar una carne fresca.
Observa el color: La carne fresca debe tener un color característico y vibrante. Por ejemplo, los cortes de res tienden a ser de un rojo brillante, mientras que el cerdo suele ser más pálido. Si notas que la carne está opaca, decolorada o presenta manchas extrañas, podría ser una señal de deterioro.
Textura: Toca la carne con las manos limpias. Debe sentirse húmeda y firme. Evita la carne que esté viscosa, pegajosa o tenga una textura resbaladiza, ya que esto podría indicar que se está descomponiendo.
Olor: El olor es un indicador clave. La carne fresca debe tener un olor suave y limpio. Si notas un olor agrio, desagradable o fuerte, es probable que la carne esté en mal estado.
Embalaje: Si la carne está empacada al vacío, asegúrate de que el paquete no tenga fugas, hinchazón o cualquier otro signo de deterioro en el empaque. Si la carne está en bandejas, comprueba si hay líquidos acumulados en el fondo.
Congelación: Si la carne está congelada, asegúrate de que no haya formado cristales de hielo excesivos, ya que esto puede afectar la calidad de la carne.
Sensación en la mano: Cuando tocas la carne, si la presionas suavemente y luego la carne vuelve a su forma original sin dejar una marca profunda, es un buen indicio de frescura.
Ahora solo deber poner en practica estas recomendaciones para que puedas llevar a casa y asegurarte de que vas a consumir alimentos en buenas condiciones.
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